El mundo parece estar parado por un momento. Todas las actividades frenéticas de los últimos días se detuvieron. La iglesia está vacía. Me ha dado suficiente tiempo para reflexionar y escuchar. Estas son las palabras que entraron en mi mente: OSCURIDAD y SILENCIO.
Después de la muerte de Jesús, el mundo está envuelto en silencio y oscuridad mientras el Señor está sepultado en una cueva. En esa quietud, el mundo espera el cumplimiento de la promesa. Es algo esperado y temido. Es fácil entender por qué es un evento esperado. ¿Pero por qué sería algo temido? Para muchos de los que deseaban la muerte de Jesús, es un juicio sobre su locura y su mentalidad cerrada. Tendrían que admitir que se han equivocado todo el tiempo.
Jesús había usado la parábola de la semilla en su enseñanza en algunas ocasiones y en variados casos. Pero en todo su uso hay algo común en todas sus enseñanzas: la semilla para crecer tiene que "morir" primero. La semilla tiene que ser enterrada en la tierra. Su cascara exterior se abre. Es solo entonces que la semilla comienza a germinar, a enraizarse y luego a crecer. Todo esto sucede en silencio y oscuridad.
Jesús aceptó esto cuando está sepultado para que no tengamos miedo del silencio y la oscuridad que estamos llamados a experimentar en nuestro propio viaje. Necesitamos calmar la urgencia en nosotros de enloquecer. Sí, el silencio y la oscuridad pueden ser intimidantes, especialmente para aquellos que están acostumbrados al ruido y las actividades frenéticas que llamamos nuestra forma de vida ordinaria.
Una razón de este ruido y actividades en las que nos envolvimos es nuestra propia realidad de sentirnos solos. A pesar del avance de la tecnología y la comunicación de masas, todavía nos encontramos solos. A pesar de nuestra proximidad con los demás, todavía nos encontramos alienados. A pesar de que tenemos una mayor capacidad para tener más, nuestra vida todavía se siente vacía. Algo está mal. Y en lugar de descubrir una forma de vida mucho mejor, seguimos cavando en nuestra propia tumba de miseria y alienación. Somos como la semilla en las bolsas o latas que no pueden crecer y alcanzar nuestro potencial máximo. Estamos en una situación equivocada de oscuridad y silencio.
Jesús tiene que entrar en nuestro propio "lugar del infierno" para poder sacarnos de nuestra prisión y recibir la gracia de la vida y volvernos más vivos. Se pone de manifiesto la verdad sin edad y sin tiempo que seguimos olvidando y descuidando. Era necesario que Jesús muriera antes de poder entender lo que estaba diciendo. Y hasta ahora continúa llamándonos de nuestras propias tumbas.
Mientras esperamos la agitación de una nueva vida dentro de nosotros, abracemos este momento de oscuridad y silencio y entremos en el misterio pascual de Jesús.
Somos como semillas esperando que el tiempo salga de la cáscara. El primero en crecer de la semilla es la raíz. Estamos llamados a sumergirnos en la gracia fértil de la misericordia y el amor de Dios, para arraigarnos en Él. Porque solo con este acto podemos comenzar a atraernos a nosotros mismos la gracia de comenzar nuestro crecimiento desde la oscuridad hacia la luz maravillosa de una nueva vida.
P. Pio Pareja, MMHC